Después de acompañarlo en una reunión de mentoría, un amigo me invitó a almorzar. Me llevó a un discreto restaurante en la peatonal Sarandí, en el centro viejo de Montevideo.
Entramos. Una sonrisa de bienvenida me dio la sensación de haber llegado a un lugar familiar.
Mesas vacías, poca gente, decoración minimalista con algunos bambúes y algo de verde. La iluminación suave y confortable generaba un buen marco para la playlist de canciones francesas sonando bajito.
Una buena carta de cocina francesa, con pocas opciones pero interesantes.
Elegimos e hicimos el pedido a una camarera simpática en la medida justa. Y que volvió minutos después con una cortesía de la casa: un par de shots con una infusión fría de manzana con canela y una pizca de whisky. Deliciosas.
No bien terminamos llegó a nuestra mesa con un pequeño saco de papel de estraza con pequeños panes caseros, humeantes y coronados con semillas, y una tablita de madera con dos tipos de mantequillas. Todo muy rico en sabores y olores.
Estábamos devorando los panecillos cuando se nos acerca nuevamente la camarera y nos ofrece otra cortesía, ahora unos pocillos de loza negra con una sopa de verduras deliciosa, un poco antes de traer nuestros platos. Abundantes, con una presentación impecable, y riquísimos.
Una experiencia encantadora.
Yo digo que las marcas se construyen entregando experiencias. Jan Carlzon, expresidente de SAS, creó la expresión “momentos de la verdad” para definir esas experiencias donde las marcas muestran lo que realmente son.
Y durante mi almuerzo hubo una secuencia de momentos de la verdad, todo un proceso de construcción de marca muy bien desarrollado, si no fuera por un único detalle: faltó hacer presente la marca durante la experiencia.
Apenas cuando salí pude reparar en un letrero lateral con el nombre del restaurante: “LA PETITE CUISINE”.
Se me ocurren algunas oportunidades para asociar la marca durante la entrega de experiencias en este restaurante: el nombre impreso en el saco de papel con los panes, o grabado en la tabla de madera con las mantequillas. En una invitación para puntuarlos en TripAdvisor, junto con la cuenta. O una pequeña tarjeta de evaluación con la dirección de Instagram o Facebook…
¿Qué otros “momentos de la verdad” se te ocurren?
Y en tu negocio ¿qué experiencias estás entregando? ¿cómo estás aprovechando los momentos de la verdad para construir tu marca?
PS: la experiencia fue tan positiva que vale la pena mencionarles su dirección. Sarandí 331, Montevideo. En Facebook: @lpcuy. Y su teléfono: +598 2916 2014.